Con demasiada frecuencia vemos titulares sobre la desaparición de animales salvajes, un preocupante signo de la crisis de la biodiversidad. Sin embargo, los científicos también pudieron observar el fenómeno contrario en 2022, con el regreso de algunas especies en peligro de extinción.
Casi 50 años después de que los investigadores perdieran la pista del leopardo de Anatolia, en mayo se avistó uno en Turquía. Mientras tanto, el número de tigres salvajes ha resultado ser un 40 por ciento mayor en todo el mundo de lo que se estimaba anteriormente y su población parece estar aumentando, según anunció en julio la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Lo mismo ocurre con los lobos grises. En Francia, donde están catalogados como especie protegida, su número ha pasado de 783 en 2021 a 921, según la Agencia Francesa de Biodiversidad.
Estos avances son una excelente noticia, ya que se calcula que las poblaciones de vertebrados han disminuido una media del 69% en menos de 50 años, con consecuencias de largo alcance para el planeta.
A finales de 2022 hubo más buenas noticias para la naturaleza, con un acuerdo histórico alcanzado en la cumbre sobre biodiversidad COP15 de la ONU, celebrada en Montreal (Canadá) el 19 de diciembre. El acuerdo se compromete a asegurar el 30% del planeta como zona protegida para 2030 y a proporcionar 30.000 millones de dólares anuales en ayuda a la conservación para el mundo en desarrollo.