Azores: Los últimos pescadores con caña luchan contra las regulaciones de la UE y la pesca industrial

DAVID RAUDALES
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Azores: Los últimos pescadores con caña luchan contra las regulaciones de la UE y la pesca industrial

Islas Azores, Portugal, 22 de diciembre de 2025 – En el remoto archipiélago de las Azores, en medio del Atlántico Norte, una tradición centenaria de pesca artesanal con caña se encuentra al borde de la extinción. Un documental de DW Documental titulado "¿Asfixiados por la UE? Los últimos pescadores con caña de las Azores" retrata la dura realidad de los aproximadamente 30 barcos restantes que capturan atún de manera sostenible, mientras enfrentan cuotas estrictas impuestas por la Unión Europea, precios bajos y la competencia desleal de la pesca industrial.

El filme sigue principalmente a los hermanos Eduino y Paulo Quadros, capitanes con décadas de experiencia en la captura de atún. Eduino, al mando de un barco con 15 tripulantes, describe la imprevisibilidad del oficio: "A veces aparece un banco y pescamos lo suficiente para un mes. Otras veces pasamos una, dos o incluso tres semanas en el mar sin pescar nada". Utilizan cañas de bambú y cebo vivo, un método que evitan la sobreexplotación y no daña a otras especies marinas como delfines o tortugas.

Sin embargo, las regulaciones europeas limitan severamente su actividad. Solo se permiten peces de más de 10 kg, y las cuotas anuales se agotan rápidamente. En una escena clave, los pescadores reciben la notificación de que la cuota de atún rabil está exhausta apenas un mes después de iniciar la temporada, obligándolos a detenerse. Eduino critica la hipocresía: "¿Por qué solo nosotros debemos cumplirlas y no la pesca industrial con redes de cerco, que opera en todo el mundo? ¿Quién controla a esos gigantes?".

El documental contrasta esta pesca artesanal con las flotas industriales en zonas como el Golfo de Guinea, donde redes de cerco capturan escuelas enteras, incluyendo peces juveniles protegidos. Los pescadores azorianos argumentan que su método generational no contribuye a la sobrepesca, y cuentan con certificaciones como "Dolphin Safe", verificadas por autoridades locales como Rafaela Pestana.

Paralelamente, el auge del turismo ofrece una alternativa económica. Instructores de buceo como el alemán Stefan Erat destacan la riqueza marina de las Azores –tiburones ballena, rayas manta y otros– atraída por aguas cálidas. Su pareja, la bióloga marina italiana Alich Occhiodato, estudia cambios en patrones migratorios debido al calentamiento global y advierte sobre especies en peligro, como el pez grunt tarapacana, con declives significativos.

A pesar de áreas protegidas, los expertos consideran insuficientes las medidas actuales. Se propone cobrar tarifas por actividades como el buceo para financiar la conservación y compensar a los pescadores por restricciones en zonas sensibles.

Económicamente, la situación es crítica. El atún se vende a apenas 2 euros por kilo en las Azores, frente a precios mucho más altos en mercados internacionales. Costos elevados de combustible y reparaciones –hasta 80.000 euros– agravan el problema. La flota emplea directamente a unas 700 personas en un archipiélago de 240.000 habitantes, con impactos en la industria terrestre.

Los jóvenes huyen del sector: Eduino no quiere que su hijo Vicente siga sus pasos, prefiriendo que estudie en el continente. En islas como São Jorge, comunidades enteras ven cómo la pesca, motor histórico de desarrollo, se desvanece en favor del turismo.

El documental concluye con una advertencia: sin ajustes en las cuotas, precios justos y controles reales a la pesca industrial, esta tradición sostenible desaparecerá, afectando no solo a familias pescadoras, sino al equilibrio ecológico del Atlántico.

Con más de 50.000 visualizaciones en pocos días, el reportaje resalta el dilema entre conservación marina, regulaciones europeas y la supervivencia de comunidades tradicionales.