Berlín, 23 de diciembre de 2025 – El legado de Anja Niedringhaus, una de las fotoperiodistas más destacadas de las últimas décadas, vuelve a cobrar relevancia con un nuevo documental de DW Documental titulado La fotógrafa y la guerra: el legado de Anja Niedringhaus. La producción retrata la vida de esta alemana que dedicó su carrera a documentar conflictos armados en Bosnia, Irak y Afganistán, enfocándose no en la violencia cruda, sino en las "islas de humanidad" que encontraba entre el horror.
Nacida en 1965 en Höxter, Alemania, Niedringhaus mostró desde joven pasión por la fotografía. Estudió periodismo y comenzó su carrera como freelance en un periódico local, para luego unirse en 1990 a la agencia European Press Photo (EPA). Fue una de las primeras mujeres en cubrir guerras de manera frontal, enfrentando sexismo inicial en un campo dominado por hombres. En 2002 pasó a Associated Press (AP), donde en 2005 ganó el Premio Pulitzer compartido por su cobertura de la batalla de Faluya en Irak, con imágenes icónicas como la de un soldado ajustando un muñeco mascota en medio del caos.
El documental resalta su enfoque único: "Para mí, aún no es normal ver conflictos armados, fuerza bruta, explosiones de bombas. No creo que sea normal, y eso es bueno, y así es como tomo fotografías", decía Niedringhaus. Rechazaba el título de "fotógrafa de guerra", prefiriendo capturar el sufrimiento humano y la resiliencia de civiles, especialmente mujeres y niños. Colegas la describen como carismática, resiliente y mentora, con una "energía positiva" y una risa contagiosa. "Las mujeres son más resilientes, más fuertes, más en paz consigo mismas", afirmaba.
Su trabajo la llevó a zonas de alto riesgo, como Sarajevo durante el sitio bosnio o Afganistán, país que amaba por su belleza pese a su crueldad. "Afganistán en los años 90 era hermoso... pero también es un lugar despiadado", recordaba. En 2014, mientras cubría las elecciones presidenciales afganas para AP, Niedringhaus fue asesinada el 4 de abril en la provincia de Jost. Viajaba con su colega canadiense Kathy Gannon cuando un policía afgano, Nakibullah, abrió fuego contra su vehículo en una estación policial. Anja murió en el acto; Gannon sobrevivió con heridas graves.
La reconstrucción del atentado es uno de los puntos más impactantes del documental. Gannon relata el momento: "Pensé que una bomba había explotado debajo de nosotros... Sentí a Anja apoyada en mi hombro". El filme cuestiona la versión oficial de un "lobo solitario perturbado", revelando evidencias de vínculos terroristas. Nakibullah había visitado campos de entrenamiento en Pakistán y estaba conectado a redes como Hezb-i-Islami, liderada por Gulbuddin Hekmatyar, apodado "el carnicero de Kabul". El atentado podría haber sido motivado por un bombardeo aéreo previo o por órdenes de una red más amplia.
Entrevistados como Gannon critican la impunidad: aunque Nakibullah fue sentenciado a muerte en 2017, fue liberado posteriormente en el marco de acuerdos que reintegraron a Hekmatyar al gobierno afgano, pese a su historial financiado por Occidente en los años 80. El documental denuncia fallos en la investigación alemana y afgana, y la cooperación occidental con grupos radicales contra los talibanes.
Familiares y colegas recuerdan su vida personal: vivía con su pareja en una casa forestal, tenía caballos y valoraba el equilibrio. "Encontré lo que siempre quise hacer en la vida. Eso es muy raro, y creo que solo hay una vida", decía. Su muerte se suma a una "ola" de pérdidas en el fotoperiodismo, como Tim Hetherington o Chris Hondros.
El filme concluye exaltando su legado: fotos "irrepetibles, llenas de profunda humanidad" que inspiran a nuevas generaciones. En un mundo de conflictos persistentes, Niedringhaus recuerda el costo humano del periodismo valiente y la necesidad de no normalizar la guerra. Su historia subraya los riesgos para periodistas en zonas de conflicto y las complejidades políticas en Afganistán, donde la gente "a pesar de todo, continúa viviendo".
