Dragones y tiburones en una playa cercana: La historia del gran derrame de Lego

DAVID FERNANDO RAUDALES
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 Casi cinco millones de piezas de Lego cayeron al mar en 1997. Las piezas siguen apareciendo.

.Casi cinco millones de piezas de Lego cayeron al mar en 1997. Las piezas siguen apareciendo.

Un día triste y lluvioso de finales de junio, Hayley Hardstaff, bióloga marina, paseaba por la playa de Portwrinkle, en Cornualles, Inglaterra, y descubrió un dragón. Era una pieza de Lego: negra, de plástico y le faltaba la mandíbula superior.

Hardstaff, quien se crió en Cornualles, llevaba ya muchos años encontrando piezas de Lego. Cuando era niña, las recogía de la playa y se preguntaba por qué tantos niños olvidaban sus juguetes.

Para cuando fue a caminar en junio pasado, sabía mucho más, y de inmediato reconoció la cabeza escamosa y el cuello que asomaban de la arena, “con todo su esplendor dragonil a la vista”.

Hardstaff había encontrado otro pequeño artefacto de uno de los percances marítimos más curiosos de la historia.Botes salvavidas amarillos, recogidas por Tracey Williams, entre las piezas de Lego del barco en Cornualles, Inglaterra, el 28 de agosto de 2024. (Guy Martin/The New York Times)

Botes salvavidas amarillos, recogidas por Tracey Williams, entre las piezas de Lego del barco en Cornualles, Inglaterra, el 28 de agosto de 2024. (Guy Martin/The New York Times)

En 1997, casi 5 millones de piezas de Lego —entre las que se encontraban 33,427 dragones negros— yacían en un contenedor de transporte cuando una ola arrasó el Tokio Express, un carguero que transportaba los juguetes y otras mercancías. El barco, que viajaba a Nueva York desde Rotterdam, Países Bajos, estuvo a punto de zozobrar y perdió los 62 contenedores que transportaba, un suceso conocido como el “gran derrame de Lego”.

En un giro caprichoso, muchas de las piezas eran de temática náutica. Según los expertos, se trata del mayor desastre medioambiental relacionado con juguetes que se conoce, y 27 años después todavía se siguen encontrando piezas.

El suceso y sus consecuencias están documentados en las redes sociales en la página de Facebook Lego Lost at Sea, donde Hardstaff se enteró de la historia. “Había visto que algunas personas habían encontrado estos dragones”, dijo, y agregó: “si no, no habría tenido ni idea”.Rob Arnold, un artista británico que utiliza plástico desechado en sus obras de arte camina por un acantilado de un tramo aislado de costa recogiendo plástico y basura en Cornwall, Inglaterra. (Guy Martin/The New York Times)

Rob Arnold, un artista británico que utiliza plástico desechado en sus obras de arte camina por un acantilado de un tramo aislado de costa recogiendo plástico y basura en Cornwall, Inglaterra. (Guy Martin/The New York Times)

Lego Lost at Sea, que también tiene cuentas en X e Instagram, está a cargo de Tracey Williams, quien comenzó a documentar los hallazgos de Lego después de que se mudó a Cornualles en 2010.

“La primera vez que fui a la playa, encontré algunas piezas de Lego del derrame y me pareció que era bastante sorprendente”, comentó.

Williams conocía la historia del gran derrame de Lego. Años antes, durante visitas a la casa de sus padres en Devon, solía llevar a sus hijos a la playa a buscar objetos. Buscaban conchas, vidrio marino y piedras interesantes. Luego, en 1997, empezaron a aparecer piezas de Lego.

“Sabíamos que se trataba de un derrame de carga, pero eso era todo”, explicó y agregó que sus hijos llenaban cubetas pequeñas de plástico con sus tesoros de la playa.

“No me había olvidado de la historia de los Lego, pero cuando vine a Cornualles y volví a verlos, pensé que era asombroso que trece años después siguieran apareciendo”.Dragones negros recolectados por Tracey Williams en Cornwall, Inglaterra. Más de 33,000 dragones negros y sólo 514 verdes viajaban a bordo del buque Tokio Express. (Guy Martin/The New York Times)

Dragones negros recolectados por Tracey Williams en Cornwall, Inglaterra. Más de 33,000 dragones negros y sólo 514 verdes viajaban a bordo del buque Tokio Express. (Guy Martin/The New York Times)

Su hallazgo despertó una idea: crear una comunidad para saber quién más había encontrado Legos, qué piezas habían encontrado y dónde. Creó una página en Facebook y la BBC informó sobre ella, lo que provocó una avalancha de colaboraciones.

Las personas encontraban pequeños pulpos de colores, dragones, botes salvavidas, aletas de submarinismo, tanques de buceo, hierbas marinas y mucho más, e informaron con entusiasmo de sus hallazgos a la página. “Por fin”, se leía en una reseña de un hallazgo reciente, “tras años de búsqueda encuentro mi primera pieza de lego, perdida en el mar”. El empeño se convirtió en un proyecto con muchos seguidores y dio lugar a un libro titulado “Adrift: The Curious Tale of the Lego Lost at Sea”.

A lo largo de los años, Williams ha llevado un registro de las piezas encontradas, incluidos los raros dragones verdes (solo había 514 en el contenedor) y los pulpos negros (4200) que se han convertido en preciados hallazgos para quienes buscan objetos en las playas. Ha cartografiado dónde han aparecido los juguetes: en la costa inglesa, Gales, Francia, Bélgica, Irlanda y los Países Bajos. Pero es posible que las piezas hayan viajado por todo el mundo.