Cuándo surgió la idea de que la cárcel puede ayudar a reformar a los presos

DAVID FERNANDO RAUDALES
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 Las prisiones son un lugar de sufrimiento. Pero en teoría, su objetivo es algo más que el castigo: reformar al recluso.

En Estados Unidos, el objetivo de rehabilitar a los prisioneros se remonta a la apertura en 1876 del Reformatorio Elmira, en el estado de Nueva York. 

Planteada como una institución de “reforma benévola”, el reformatorio se proponía no solo privar a los detenidos de su libertad sino transformarlos. Aunque su fundador, Zebulon Brockway, conocido como el “padre de las cárceles estadounidenses”, era notoriamente severo. 

Otros estados pronto adoptaron el modelo del reformatorio, y la idea de que las cárceles eran lugares para corregir a las personas se convirtió en un elemento básico del sistema judicial

Pero esta noción de que el encierro y el sufrimiento eran buenos para los prisioneros no surgió en el siglo XIX. La evidencia más temprana se remonta a unos 4.000 años: a un himno en Mesopotamía -el Irak de hoy día- que alababa a una diosa de las prisiones.